El presidente Milei está deslumbrado con Homo argentum, la película en la que Guillermo Francella interpreta a 16 personajes que componen un mosaico posible de la argentinidad. Milei cree encontrar en algunas de esas caracterizaciones una crítica lúcida y aguda a muchos de los vicios nacionales que explican nuestro fracaso. Los asocia a la “ideología woke” y a sus “parásitos mentales”. Falacias, hipocresías, contradicciones, oportunismos y superficialidades se combinan en varios de los personajes estereotipados de Francella.

De Sapiens a Augmentus: Crónica del nuevo homo en el que nos estamos convirtiendo

Cabe preguntarse en qué medida ese fresco fragmentado del “ser argentino” ofrece una foto vieja de nuestra identidad. Quizás hoy ya somos otros. Ese será un test indirecto de las elecciones de octubre.

El 19 de noviembre de 2023 mostró la expresión de un cambio significativo. El 56% de quienes votaron en el balotaje presidencial abandonaron la costumbre de optar por un camino conocido, por primera vez en 40 años de democracia, y abrieron la puerta a la incertidumbre.

Homo raptor

Uno de los rasgos que aparece reflejado en los personajes de varias de las viñetas de Homo argentum es el de la doble moral. El interrogante con el que se enfrenta la sociedad en estos días es en qué medida la actual gestión representa un cambio respecto de ese rasgo típicamente argentino, presente a lo largo de la historia en buena parte de nuestra dirigencia.

El arresto domiciliario de Cristina Kirchner por una condena de corrupción redobla la exigencia, en los más altos funcionarios del Gobierno, de ofrecer un claro contraste.

El caso Libra fue el primer gran cortocircuito en la narrativa ética del oficialismo. La complejidad y opacidad del mundo cripto -y la consecuente dificultad de identificar a los perjudicados por la maniobra- ayudó al Gobierno a contener el impacto en la opinión pública.

Los audios en los que se escucha una voz atribuida a Diego Spagnuolo -hoy ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad y en su momento abogado de Milei- planteando la existencia de una trama de coimas, vinculando a la hermana del presidente y a su colaborador Eduardo “Lule” Menem, se hicieron públicos en medio del debate legislativo por el veto presidencial a la ley que amplió los fondos para la discapacidad.

La sombra de la corrupción amenaza seriamente la imagen de La Libertad Avanza, la credibilidad de su discurso anticasta y el proyecto político del presidente. La intercepción policial de un empresario de una droguería mencionada en los polémicos audios, intentando huir con sobres repletos de dólares, remite a algunas de las imágenes más vergonzosas de la década pasada.

En julio de 2024 Alejando Fantino, quien tiene una estrecha relación con el Presidente y parte de su entorno, entrevistó a Spagnuolo y le dijo que debía tener cuidado con “gente genéticamente voraz” a la que podía encontrar en “Totora, Santa Fe, o en Lule (sin ‘s’), Tucumán”, en obvia alusión a la mano derecha de Karina Milei. Las imputaciones, captadas subrepticiamente o cifradas, provienen de voces del círculo de confianza del presidente.

¿Qué nivel de tolerancia tienen hoy los argentinos frente a estos casos? ¿En qué medida se relativizará el rechazo social en una ecuación electoral en la que se conjugarán la estabilidad económica -también la retracción del consumo- y la mala imagen generalizada de los políticos tradicionales? El Gobierno no solo debe convencer al mercado sino también a sus votantes, en el terreno ético, de que “esta vez es distinto”.

Homo aequilibrium

Veinte meses después de asumir, el presidente Milei se encamina a las elecciones con una “épica del ajuste”, una propuesta que, hasta hace poco, hubiera resultado inverosímil o políticamente suicida en una nación adicta a la anestesia inflacionaria y al déficit que posibilita consumir en el presente hipotecando el futuro. Tampoco hubiera sido creíble que en un año como el 2025 -impar y por lo tanto electoral-, el gobierno de turno vetaría aumentos jubilatorios, aumentaría dramáticamente las tasas y secaría la plaza de pesos, apostando todo -con riesgo recesivo incluido- a bajar el índice mensual de inflación. Un “anti plan platita”. En Japón, diríamos, puede funcionar; nunca en Argentina.

La estabilidad económica en ciernes es la principal conquista -y obsesión- del Gobierno. Este logro es el que se pondrá sobre la mesa electoral del 26 de octubre. El kirchnerismo se postulará como víctima de una justicia desbalanceada y se propondrá como vehículo de expresión de rechazo al mileísmo, convocando a todos los que sufrieron las consecuencias del programa económico o se sintieron afectados por el destrato presidencial. El resto de la oposición intentará ofrecer opciones con matices entre los extremos que tienden a polarizar la contienda.

El carácter plebiscitario que el Gobierno intenta darle a la elección evidencia la transformación del significante Milei. En 2023 simbolizaba hartazgo, ruptura, salto al vacío. Hoy, por encima de la irascible personalidad del Presidente, el oficialismo propone continuidad, prudencia y racionalidad. “Ratifiquen el rumbo con el voto, para que el esfuerzo tenga sentido”, plantea el mileísmo. El discurso rebelde se tornó conservador; el partido del “loco” predica cordura. Quizás el fenómeno coincide con una mutación genética que haya revertido la histórica pulsión argentina a la prodigalidad.

Homo dolarum

Estabilizar el dólar -termómetro del nivel de calma financiera y ancla para la inflación- es el objetivo prioritario del Gobierno de acá a las elecciones. Llegar a la segunda quincena de octubre, cuando un porcentaje significativo del electorado definirá su voto, con una foto de tranquilidad cambiaria e inflación controlada. Esa imagen de un escenario sereno, contrastando con el fantasma del desequilibrado final del gobierno de Alberto Fernández, es la que se pretende refrendar.

En la búsqueda de este objetivo se acumulan dudas en el lado B del experimento económico: la subordinación del plan a los tiempos electorales -aunque genere contracción, atraso cambiario y se descuide la generación de reservas- y una contaminación de las ideas del presidente en la praxis del equipo económico –la obsesión monetarista que habría llevado al desarme apresurado de letras de deuda, volcando al mercado pesos que presionaron al dólar y obligaron a subas de las tasas de interés del 30 al 80%-.

“Homo Argentum”: éxito de taquilla, elogios, críticas y una polémica que no se apaga

La disponibilidad de dólares es uno de los predictores de sustentabilidad del modelo. Después de la fuerte devaluación de diciembre de 2023, la economía tuvo liquidaciones agrícolas récord en el primer semestre de 2024, complementadas en el segundo con un blanqueo de más de U$ 20.000 millones y, en la primera mitad de 2025, el crédito del FMI. Economistas ortodoxos advierten que los dólares se van por la ventana del turismo y las importaciones. La etapa postelectoral requerirá una revisión de la política cambiaria y de acumulación de reservas. Y, sobre todo, la llegada de inversiones hasta ahora reticentes (la inversión extranjera directa cayó a menos de la mitad en la gestión Milei).

El gran desafío que arrancará el día después, si el Gobierno logra un buen resultado, será superar el “síndrome 2017”; o sea eludir la repetición de la historia macrista que, después de una elección intermedia exitosa, en dos meses desbarrancó. Para eso necesitará ese “segundo semestre” luminoso que anunciaba Macri y que nunca llegó.

Las inversiones para impulsar el crecimiento de la economía llegarán si el mercado lee, en el resultado electoral, un mapa que muestre al kirchnerismo con una reducida capacidad de recuperar el poder y a un gobierno que ofrezca muestras concretas de capacidad para introducir reformas estructurales que configuren un marco atractivo dentro del contexto internacional. Hoy la apuesta al riesgo argentino compite internacionalmente con opciones de bajo riesgo y alta rentabilidad en términos históricos, mientras la Reserva Federal norteamericana no baje la tasa.

Homo libertarium

Desde la asunción de Javier Milei a la presidencia, la Argentina experimenta una de las transformaciones políticas más aceleradas de su historia, acompañada con modificaciones en el terreno económico y en el cultural.

El macrohistoriador Yuval Harari, en su libro Sapiens, plantea que la diferencia específica que determinó que los humanos se impusieran sobre el resto de las especies fue su capacidad de cooperar en gran escala. La contracara de esa habilidad es quizás la gran falla genética argentina: la dificultad para colaborar entre connacionales que derivó en una incapacidad para aprovechar las oportunidades ofrecidas por uno de los países más promisorios del mundo. ¿Estamos corrigiendo ese gen defectuoso de nuestro Adn?

¿O estamos simplemente aceptando que la respuesta a nuestra ineficiencia estatal es una reducción del Estado?

Un día como hoy, aniversario del nacimiento de nuestro mayor escritor, es difícil no pensar en él. “El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse a la circunstancia de que, en este país, los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción”, describía retrospectivamente Borges, en 1946. El homo libertarium al que aspira Milei ya existía, antes de la llegada de Perón al poder.